Encender un cigarrillo supone localizar el paquete, abrirlo, usar el mechero… y llevar durante varios minutos una sola mano en el volante (salvo los instantes en que uno sostenga el pitillo con la boca). Ninguna ley lo prohíbe, a pesar de ser una fuente de distracciones y posibles accidentes e incendios. Pero fumar al volante es peligroso y, además, puede salir muy caro a tu bolsillo y al medioambiente.
Si no la encestas en el cenicero y rueda a su antojo por el habitáculo, es fácil quemarte tú mismo o hacer lo propio con la tapicería del asiento o con una alfombrilla. Pero si la arrojas fuera del coche, las consecuencias podrían ser mucho peores.
Cualquier colilla mal apagada (por fumar al volante o como pasajero) encontrará pronto algún aliado en el suelo para provocar un incendio. Tirar desperdicios por la ventanilla se sanciona, como mínimo, con cuatro puntos del carné, además de la multa correspondiente, que no suele bajar de los 90 euros. La cuantía máxima depende del ámbito (normativa local o autonómica) y la gravedad de los hechos.
Por ejemplo, en 2010, el Ayuntamiento de Barcelona ya aplicaba hasta 400 euros por tirar cigarrillos en la calle. Un año antes, en Sanlúcar de Barrameda (Cádiz) se advertía de que cualquiera que hiciera eso (o escupiera, o no recogiera los restos orgánicos de su perro) podría enfrentarse a cuantías de hasta 1.000 euros.
Pero, ¿te imaginas lo que sucedería si un cigarrillo mal apagado acaba en un incendio forestal? Por desgracia, no tienes que hacer mucho esfuerzo para recordar las terribles imágenes del fuego que ha asolado este verano La Gomera, Guadalajara, León, la sierra de Madrid, Málaga… En estos casos, las consecuencias de tus actos pueden ir mucho más allá de sanciones administrativas y económicas y terminar en penas de prisión.
Por ello, no uses la calle como vertedero, y si puedes evitar fumar y conducir, ¡mejor que mejor!
Fuente: Autobild.es