Reparar los frenos es algo que conviene dejar en manos de tu mecánico. No obstante, quien está todo el día al volante de tu coche eres tú, por lo que debes estar muy atento a cualquier anomalía. ¿De qué manera? ¿Cuáles son las más frecuentes?

Un chirrido al pisar el pedal

Lo más probable es que las pastillas de freno estén desgastadas y los avisadores metálicos de las pastillas choquen contra los discos. Una rueda se calienta mucho más que la otra: todo apunta a que el freno se haya atascado. Las pastillas no se separan de los discos (o las zapatas, de los tambores).

El coche se va de lado

Hay un fallo en el repartidor de frenada o algunos elementos no se desgastan por igual. Tacto esponjoso o exceso de recorrido del pedal: el circuito hidráulico puede no ser estanco, con pérdida de líquido por los latiguillos o burbujas de aire.

Así se comprueba el líquido: El test del punto de ebullición del fluido que discurre por el circuito de frenos dura solo cinco minutos, un corto pero importante periodo de tiempo para que el sistema funcione con seguridad. Se toma algo del líquido del depósito del cilindro de freno principal y se pasa por el analizador. Todavía más rápido es utilizar un ‘stick’ en forma de semáforo: si se pone verde, quiere decir que todo está bien; pero si se pone rojo, el resultado es que hay que cambiar el líquido.

 

Fuente: Autobild.es

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