Por FMateos en 17motor.com
Cuando hablamos de circulación vial, tenemos un amplio y complejo asunto entre las manos. Hay que englobar muchos elementos y todos deben integrarse. Pero hay uno que siempre genera controversia: la bicicleta.
Según dice la Ley, es un vehículo más que debe atenerse al Reglamento de Circulación como cualquier otro. Sobre el papel todo está muy bien, pero en la práctica tenemos infinidad de problemas que acaban generando opiniones muy controvertidas.
Lo primero de todo es buscar donde está el origen del asunto: en la educación vial. España es un país donde se conduce como en las cavernas, donde cada uno hace un poco caso de lo que le apetece. He escrito largo y tendido sobre esto y la palabra respeto. Esto incluye a conductores y a cicloturistas, ciclistas o usuarios de la bicicleta, como se les quiera denominar. En países centroeuropeos o del norte, tienen una cultura diferente, y están acostumbrados desde siempre a tener cada uno “su espacio”. Curiosamente en España, grandes dominadores del pelotón ciclista internacional en las últimas décadas, con un buen ramillete de Tour de Francia, campeonatos de todo tipo y grandes campeones, tenemos la peor educación. Se respeta muy poco al ciclista en carretera. Nuestras ciudades cada vez van siendo más transitadas por bicicletas, pero ni están preparadas para ello, ni los ciclistas saben circular. Hablo en líneas generales, por supuesto.
Como ciclistas, y por coherencia no podemos exigir respeto al conductor de un coche, cuando vamos serpenteando entre el tráfico, saliéndonos de la vía cuando nos interesa, cruzando los pasos de peatones montados en la bici, usando las aceras a nuestro antojo, y más aún, la mayoría de los ciclistas sin casco ni brazalete reflectante o luces obligatorias. Esto es una constante en ciudades como Madrid. ¿Donde empiezan o terminan los derechos de unos y de otros? Podemos discutirlo hasta la eternidad pero a la hora de la verdad, cuando se conduce en el tráfico de una ciudad hay que reconocer que es muy complicado hacer coexistir a un vehículo que alcanza los 50 km/h en pocos segundos y las bicicletas que van a una marcha muy lenta, son menos visibles, y son el elemento más débil de la cadena.
Si a esto sumamos que las grandes ciudades no están preparadas al efecto, el problema se multiplica. En zonas de ciudades donde se ha urbanizado todo nuevo, con calles y avenidas anchas, se ha tenido en cuenta esto y se han planificado carriles-bici, cosa que facilita mucho las cosas. Pero sin embargo, bajo mi punto de vista, es totalmente absurdo que en lugares de tráfico muy concurrido, se hagan reformas para incluir carriles-bici generando una problemática enorme. En la misma Puerta del Sol y Calle Mayor de Madrid, han instalado un carril bici que permite circular en sentido contrario a la marcha de vehículos. Donde se amontonan taxis, autobuses y coches, donde no hay espacio, y además, los peatones inundan dicho carril. A veces queda muy “guay” y muy “progre” inundar de carriles-bici determinadas zonas, pero cuando una zona de una ciudad no se planificó de inicio para estos menesteres, se generan nuevos problemas.
De los peatones también se ha hablado ya, y este tema es otro problema. Con la moda de los ayuntamientos de construir carriles bici, estos se llenan de paseantes, de corredores, de ciclistas y hay muchas discusiones. La gente no conoce la reglamentación, y no se sabe distinguir si la pintura roja o verde del piso del carril, puede ser o no transitada por peatones, se desconoce quién tiene preferencia en los cruces, etc. ¿Por qué? Por la sencilla razón de que la educación vial brilla por su ausencia.
Si trasladamos a la carretera el asunto, se complica aún más. Circular con bicicletas para entrenar, es algo que está muy bien, y es un deporte muy saludable. Pero, incluir en la misma calzada a un vehículo que circula a 90-100 km/h y a una bicicleta que lo hace a 25 km/h en ocasiones es una temeridad. Se producen atropellos de ciclistas con funestas consecuencias todos los años. La mayoría de las veces por imprudencia del conductor del vehículo, pero hay otras donde los ciclistas (que no son perfectos) incurren en algún error, llevándose las peores consecuencias. Cierto que además, los deportistas en bici gustan de carreteras secundarias y puertos de montaña. Esto supone mayor estrechez, frenazos inesperados y un riesgo constante. El contrapunto es cuando los ciclistas bajan muy deprisa y les gusta “cortar” las curvas. Algún que otro susto me he dado con alguno de frente y no era por mi culpa. Ahí todos somos responsables. Ni los conductores son los malos de la película ni los ciclistas unos santos. El problema es de todos.
Otro asunto a mencionar es la posibilidad de que dos o varios ciclistas circulen en paralelo. La ley lo contempla, pero a veces es absurdo. Conducir en un puerto de montaña con curvas ciegas y toparte de repente con dos ciclistas a 12 km/h circulando en paralelo, es un susto tremendo cuando por su seguridad deberían ir en linea (si tu vas despacio a 50 km/h en la subida, ellos mucho más). Otra cuestión es cuando son varias unidades y se les ve mucho mejor circulando en “pelotón”.
Los conductores pagan ya muchos impuestos, y sufren unas cargas tremendamente abusivas con los carburantes. ¿Creéis que los ciclistas que hacen uso de las vías o las ciudades deberían pagar un impuesto como los demás? ¿Deben portar una placa? ¿Por qué hacen uso gratuito de las vías? Esto se lo preguntan muchos conductores.
Quizá de la sensación que uno está en contra de la circulación en bicicleta y que quisiera erradicarla. Nada más contrario a la realidad. Pero para poder coexistir necesitamos mucha más educación.
Me gustaría saber la opinión de todos. Y quien esto escribe es muy aficionado a la bicicleta de siempre.
Fuente: 17motor.com