A pesar de la relativa estabilidad del precio actual del gasóleo, es una verdad a voces que pronto los precios volverán a subir debido a la limitación de recursos cada día más pronunciada. Por ello, las fuentes de energía alternativas se consolidan en un mercado que busca cada vez con más inquietud una forma de sostener el modelo actual. El petróleo disminuye mientras se hace hueco a combustibles como el gas natural.
En este contexto de fluctuación de precios y expectativas de una subida del petróleo nos encontramos con que el precio del Gas Natural, a diferencia del Gas Licuado del Petróleo (GLP), no depende directamente del carburante. Además, sus reservas son mucho más abundantes que las del primero, estimándose que se podría disponer de este recurso unos cuatrocientos años más.
Otra de las ventajas del gas natural frente a los combustibles habituales es que se trata de un recurso mucho más repartido geográficamente, lo que en términos funcionales implicaría una inyección de dinamismo en el mercado, así como un desarrollo más práctico de las estructuras habilitadas para repostar.
Estos datos no son más que tendencias y pautas del mañana, pero actualmente la gasolina sigue copando todas las esferas de la industria, aunque eso en no mucho tiempo posiblemente ya no sea así.