El producir gasolina desde el aire nos parece cosa de la alquimia, aquella forma medieval precursora, al menos en ideales, de la química moderna, donde el plomo se transformaba en oro. A día de hoy el oro ya no tiene ese color dorado de antaño, siendo casi más preciado el oro negro, causante de guerras y desórdenes a nivel mundial.
Por ello, cualquier tecnología que permitiera sustituir dicho petroleo por otras alternativas sería de gran importancia, ya que nos dejaría libres de la esclavitud energética que vivimos. El petróleo no deja de ser una conjunción de hidrocarburos, y como tal se trata de una composición basada en el carbono y el hidrógeno mayoritariamente, con el oxígeno como componente residual.
Esos elementos químicos básicos están a nuestro alrededor en la naturaleza, desde en nosotros mismos hasta en el aire. Pero el inconveniente es que juntos formando hidrocarburos no existen en abundancia (o al menos toda la que quisiéramos) en la naturaleza; llevando a la escasez y la concentración de recursos que todos conocemos.
Un momento, esos elementos químicos se encuentran en el aire. Eso mismo debieron pensar los científicos británicos que han lanzado un proyecto para obtener gasolina del aire. Mediante diversas reacciones químicas han conseguido producir el preciado combustible utilizando como base el dióxido de carbono y el vapor de agua.
El primer paso consiste en conseguir CO2 puro, para ello recurren a una reacción del aire con hidróxido de sodio para de esa manera obtener carbonato de sodio. Después, ese carbonato pasa por un proceso electrolítico en el cual se evapora el CO2 puro. La pureza del mismo es vital para poder conseguir un proceso viable.
Después de obtener el CO2, éste se reduce, eliminando un oxígeno para formar monóxido de carbono, un componente no estable y extremadamente tóxico. Este monóxido de carbono (CO) se mezcla con hidrógeno, que previamente debe ser obtenido mediante electrolisis del agua. La mezcla resultante recibe el nombre de gas de síntesis.
Éste gas de síntesis puede convertirse en cualquier hidrocarburo mediante el proceso de Fischer-Tropsch, que se conoce y se usa desde 1925 para obtener hidrocarburos líquidos. Existe también la posibilidad de que se produzca la reacción para general metanol, y mediante otro proceso, conocido como la reacción metanol-a-gasolina de Mobil.
Producir gasolina del aire no es tan fácil como lo pintan
Hasta aquí todo parece muy sencillo, como dice la lengua popular, sota, caballo y rey; pero no, desgraciadamente para los científicos el mundo no es tan sencillo como parece en teoría, llevándonos a grandes decepciones. Éste proceso se basa en la reducción del estable dióxido de carbono a monóxido de carbono; dicha reacción requiere de mucha energía para que se produzca, no siendo un tema baladí.
Luego está la producción de hidrógeno, de ella ya sabemos bastante de cuando os la conté en la primera parte de las antologías del hidrógeno. Producir hidrógeno de forma renovable es caro, situándose el kilogramo de hidrógeno actualmente en 3,70 dólares a precios de producción.
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La pureza necesaria de los reactivos, sobretodo del CO2, hace que éste sea un punto crítico, de mezclarse otros productos químicos sería poco viable dicha producción. Además, la cantidad de electricidad necesaria para conseguir este proceso es tan alta que saldría la gasolina a precio de oro simplemente en coste energético.
Y como no todo es coste energético, las cubas electrolíticas donde se produce la mezcla estarían sometidas a un efecto de corrosión muy grande, con el consiguiente coste de mantenimiento de las cubas. Además, dicho sistema de producción imposibilitaría la producción a gran escala por la necesidad de agua de gran pureza y la producción por lotes debido a los baños electrolíticos.
Concluyendo, técnicamente se puede hacer, pero económicamente y energéticamente no va a ninguna parte, esta gasolina quedaría como una simple declaración de intenciones para aquellos dispuestos a pagar mucho más que por la fósil para decir que son ecológicos; para todos los demás lo mejor que podemos hacer es administrar la energía lo mejor que podamos, y olvidarnos de cuentos de unicornios y pegasos que a veces llegan a nuestros oídos.
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